jueves, 22 de octubre de 2020

MI PRIMERA VEZ DE VIAJE

Durante mi infancia me fui de vacaciones decenas de veces. A veces una semana, a veces 15 días, a veces con suerte un mes. Casi siempre al mar, pocas veces a las montaña, nunca a la nieve. Nos quedábamos en hoteles, cabañas o posadas, a veces teníamos el desayuno incluido, otras veces cocinábamos nosotros. Nunca hicimos un tour y la mayoría de las veces teníamos un vehículo propio que nos permitía movernos con libertad. Éramos mi mamá, mi papá, mi hermana y yo: un equipo viajero perfecto (y ahora que lo pienso, ellos tienen gran parte de la culpa de que a mí me encante viajar). Para mí, ese modo de viajar era el normal: había 15 días al año que estaban reservados para irse a visitar lugares desconocidos usando el dinero ahorrado durante el año laboral. “Viajar” era sinónimo de “irse de vacaciones” y así lo entendí y lo viví durante los primeros 22 años de mi vida.


                                            

Nuestras vacaciones en suelo Brasilero



Mi hermana no tiraba el choclo ni para la foto 
 Y la pelota de futbol siempre ahí cerquita...




Por si no lo notaron, soy el primero de la izquierda
(un poquito de frio) No recuerdo si ya en la foto
tenia la campera completamente vomitada



Vacaciones de Invierno en Córdoba, Observación;
Mi papa con la misma campera, que en la foto
anterior  y yo en mi época de los flequillos
flogger



Una vez me pregunto un amigo, ¿Qué fue lo que te impulso a viajar solo? Y la verdad es que no hay una respuesta para esa pregunta; simplemente surgió. Estaba en mi trabajo rutinario, el otro trabajo, el que guste o no, me ayudo en gran parte y hablo de lo económico, en poder concretar mi sueño de viajar. Cuando un jefe me dice, vos tenes que viajar solo y tenes que irte a Bahía, en Brasil. No lo pensé ni 2 veces. Investigue, justo coincidía que estaban los juegos olímpicos del 2016, y me lance. Reserve 1 semana en Bahía y otra en Rio para poder ver los juegos olímpicos, recién ahí avise en el trabajo que en agosto me iba para Brasil.


Llegar y tomar guaraná, es sentir
que llegaste a Brasil.



En mis 22 años de vida, me pasaron muchas cosas, lindas, alegres, y no tan alegres. Me sentía vivo y en más de una ocasión me sentí feliz, pero debo confesar que en Brasil, o mejor dicho cuando puse un pie en el aeropuerto de Salvador de Bahía, recién ahí me di cuenta de cuán extra-ordinaria (palabra entendida como “fuera de lo ordinario, de lo considerado normal”) pasó a ser mi vida a partir de ese momento.



En el hostal "Che Lagarto de Salvador de Bahía"
mi primer desayuno viajando solo, aunque debo
decir que uno nunca esta solo



Durante esos días en la playa brasilera volví, como en un círculo, al inicio de todo y me reencontré con mi versión adolescente. Vi a ese chico que soñaba con viajar y vivir pero no se animaba porque no creía que fuera posible. Vi a la realidad que me rodeó durante muchos años y que me hizo creer que una vida así demandaba muchísimo dinero. Vi a toda esa gente que me encontraba 15 días al año, durante cada vacación, en la misma playa. Me vi a mí mismo fingiendo tener un sueño más común, como ahorrar para mi primer auto o mi casa propia, me vi y entendí que en realidad secretamente soñaba con ser viajero y recorrer el mundo entero. Me vi a mí mismo incomprendido, rodeado de personas que me trataban de loco, de vago, de soñador, de no saber cuáles son las prioridades de un pibe de 22 años. Me vi solo, con miedo y a la vez con determinación.



Gamboa; en morro de sao pablo (Bahía)
Una de las playas con mas encanto





Ipanema, Y en los auriculares sonando;
"Garota de Ipanema"  muitas saudades



Podría hablar de Bahía, de Rio de Janeiro, Podría hablar de lo que significa viajar solo, podría desasnar cada momento y experiencia magnifica. Pero lo dejare para los siguientes post, ahora seguiré contando mi primera vez…

Lo más lindo de este viaje, mi primer viaje, fue que me di cuenta de que yo ya no pertenezco a esa playa, ni a esos 15 días, ni a ese modo de viajar. Fue como si hubiese vuelto a los 20 y una vidente brasilera me hubiese leído la mano en la playa y me hubiese dicho: “Querido, no sufras, dentro de unos años tu vida va a ser totalmente distinta, te lo aseguro”. Aunque en portuñol sonaría algo así: “Minino, voce nao tem que sofrir mais, em unos anos sua vida sera totalmenchi distinta, eu te asseuro!” (Están autorizados a corregirme).

 Me di cuenta, también, de por qué muchos me trataron de loco cuando empecé: porque hay gente —y lo digo sin juzgar— que no entiende que “viajar” pueda ser distinto a “irse de vacaciones”. No lo entiende porque tal vez nunca se lo preguntó. O no lo entiende porque tal vez un día se lo preguntó y como todos le aseguraron que no era posible, lo creyó imposible. O no lo entiende porque es lo que nos hacen creer desde que nacemos. O no lo entiende porque es feliz así, viajando dos semanas al año, y eso es totalmente respetable. No todos son enfermos de los viajes como nosotros (Viajeros Anónimos, ejem…). Lo que pasa es que “irse de vacaciones” implica separar nuestra vida en dos planos: el del trabajo (8 horas por día, 5 días por semana, 50 semanas al año) y el del ocio (fines de semanas y 15/30 días anuales de vacaciones); y “viajar”, en cambio, es un 2 en 1, y eso puede ser difícil de entender. Desde que empecé a viajar nunca más pude separar los viajes del trabajo. ¿Cómo hago, entonces, para irme de vacaciones, si el trabajo es parte de mí y mi vida diaria ya es lo que otros consideran “vacaciones”?

Este primer viaje a Brasil fue un desenchufe raro. Por un lado descansé un montón, no puedo negarlo. El mar me devolvió el alma al cuerpo, necesitaba zambullirme en el agua. Y por otro, me inspire más que nunca. Me sentí muy inspirado con el mar tan cerca, con la naturaleza a mi alrededor, con la arena en los pies y el aire alegre de Brasil. Y me di cuenta de que a la vidente brasilera le faltó decirme algo: “Minino, tu existencia va a ser distinta porque nunca más vas a poder separar la escritura de los viajes ni los viajes de la vida. Voce nunca más se irá de vacaciones, voce viajara constantemente”.

Y así fue, a los 4 meses, estaba de vuelta en Brasil, de vuelta en Bahía, a los 3 meses de esa segunda última vez, volví a Rio, volví a Bahía y créanme que a partir de ahí nunca mas hubo una ultima vez, porque no pare de viajar y nunca mas volví a ser el mismo. El corazón descubrió otro tipo de felicidad y cuando el corazón descubre que hay una felicidad tan simple y tan linda, late de una manera incontrolable que no podemos controlar.

Y seguramente fue esa misma vidente brasilera la que me empujó a entrar a un kiosco de revistas en Morro de Sao Pablo en Bahía y revisar la selección de libros en castellano (como si ya no tuviese suficientes cosas que leer) y encontrarme con una contratapa que me hablaba directamente a mí (“Este es un libro dedicado a los viajeros, a quienes entienden el viaje no como huida sino como un modo de conocerse a sí mismos; a quienes creen que a viajar se aprende, como se aprende a leer, a amar, a morir”) y comprar el libro aunque estuviese cerrado con un plástico y algo “oxidado” por la humedad, comprarlo aunque no conociese al autor ni de nombre y ponerme a leer en la playa y asentir cada cinco minutos sintiéndome totalmente de acuerdo con cada una de sus palabras y descubrir que en realidad siempre supe lo que quería ser cuando fuera grande, simplemente tenia miedo de animarme.

 


A veces no somos conscientes de las maravillas
del mundo, hasta que las vemos con nuestros
propios ojos


Si esa vidente existiera en algún lugar perdido de Brasil, yo le hubiese dicho: “¡Déjeme en paz, vidente loca! No sé de qué me está hablando. Yo lo único que quiero es viajar.”


domingo, 18 de octubre de 2020

¿Que es Sale Viaje?

 “Sale Viaje”


Es más difícil, para mí, escribir acerca de un viaje una vez que se terminó. Cuando miro hacia atrás desde mi casa (o desde ese lugar que considero de “no-viaje”) los hechos se me superponen, los nombres se me mezclan, los días se condensan y forman “un gran día de viaje”, como si todo hubiese ocurrido durante las 24 horas más largas de mi vida. Una vez que se terminó, el viaje toma otra consistencia, se convierte en algo acabado, cerrado, en una especie de pelota que puedo mirar de lejos. Mientras estoy viajando, en cambio, todavía estoy dentro de esa pelota y veo todo de cerca: cada hecho me parece algo aislado, cada día me parece único y cada experiencia es nueva. Cuando ya se terminó, soy capaz de mirar “esa pelota de hechos, días y experiencias” desde otra perspectiva y con otros ojos (y eso me recuerda a la famosa frase de Steve Jobs: “You can only connect the dots looking backwards”/“Solamente podés unir los puntos mirando hacia atrás”).

Generalmente escribo acerca de un viaje mientras estoy en ese viaje ya que me gusta tener las ideas frescas y estar metido dentro de lo que estoy escribiendo. Por eso viajo lento: para ir conociendo de a poco y tener tiempo de escribir todas las tardes. Sin embargo, cuando escribo acerca de un viaje mucho tiempo después, logro ver todo desde otra óptica y saco conclusiones que en el momento no se me hubiesen ocurrido. Ver un viaje hacia atrás (y creo que esto se aplica a la vida) me permite entender el porqué de muchas cosas.




En este momento estoy en Buenos Aires (Pandemia de por medio). Los 21 dias que pasé en Nueva York en mi último viaje, ya me parecen lejanos, como parte de un sueño que tuve en otra vida. Por suerte mis cuadernos (siempre llevo por lo menos uno por viaje) y mis fotos me demuestran que todo fue real.

Al viajar poco importa qué día de la semana es, qué mes, qué número. Lo que queda en nuestro recuerdo, mucho tiempo después de terminado el viaje, no son las fechas exactas, sino los acontecimientos, las experiencias vividas. Y da lo mismo que las cosas hayan ocurrido un lunes, un jueves o un sábado. Por eso en este pequeño blog de viajes que comparto a continuación no hay fechas específicas, sino una conjunción de sentimientos escritos en el momento preciso para contagiar este espíritu viajero que todos tenemos… Bienvenidos a Sale Viaje.

Un espacio hecho con dedicación y amor

 


Si Fuera La PRIMERA VEZ

SI FUERA LA   PRIMERA VEZ Conoces los zapatos que llevas puestos, no es la primera vez que te los pones. Ni la segunda. Y por eso al llegar ...